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Museo Yves Saint Laurent en Marrakech

  • Pau
  • 12 nov
  • 3 Min. de lectura

"Antes de Marrakech, todo era negro".

Esta famosa frase de Yves Saint Laurent no es una exageración; es una confesión. Para el legendario diseñador francés, el "príncipe de la moda", la ciudad ocre fue un cataclismo sensorial. Fue un golpe de luz que lo liberó de las paletas sobrias de París y le entregó un universo de azafrán, buganvilla y, por supuesto, el icónico azul cobalto.

No hay, por tanto, lugar más lógico en el mundo para un museo dedicado a su obra que esta ciudad. El Museo Yves Saint Laurent de Marrakech (mYSLm) no es solo un edificio que alberga ropa; es un testamento de amor, una carta de agradecimiento escrita en terracota y terciopelo.

Si el artículo anterior exploraba el sabor de Marrakech a través de sus limones en sal, este explora su alma a través de la visión del artista que mejor supo capturarla.


Un Homenaje en Forma de Edificio


Ubicado a pocos pasos del paraíso personal de Saint Laurent, el Jardin Majorelle (que él y su compañero Pierre Bergé salvaron de la demolición en 1980), el museo es una obra de arte en sí mismo.

Diseñado por el estudio de arquitectura francés Studio KO, el edificio no intenta imitar la arquitectura tradicional marroquí. En lugar de eso, la interpreta.

El exterior es un muro austero y elegante de ladrillos de terracota, colocados de tal manera que imitan la trama y urdimbre de un tejido. Es un susurro, no un grito. Al igual que un riad tradicional, la fachada sobria protege un interior rico y complejo. El edificio juega con las curvas y las líneas rectas, un guiño a la fluidez femenina de sus muselinas y al corte masculino impecable de "Le Smoking".



Entrar en la Mente del Genio


Lo primero que te golpea al entrar en la sala de exposiciones principal es la oscuridad. El espacio es un "teatro" dramático, bañado en terciopelo negro. La razón es brillante: en esta oscuridad, las creaciones de YSL son las únicas estrellas.

Aquí no encontrarás una simple lección de historia cronológica. La exhibición es un viaje temático a través de las obsesiones del diseñador:

  • Lo Masculino-Femenino: El icónico esmoquin "Le Smoking" está presente, un símbolo de la revolución femenina que él ayudó a liderar.

  • África y el Color: Verás las legendarias chaquetas inspiradas en los Ballets Rusos, las capas bordadas que parecen tesoros de un zoco y el uso audaz de colores que solo pudo haber soñado después de caminar por la plaza Jemaa el-Fna.

  • El Diálogo con el Arte: Su famoso vestido "Mondrian" y sus homenajes a Picasso y Matisse demuestran cómo convirtió el lienzo en tela.

Las piezas, iluminadas como joyas, parecen flotar. En el silencio de la sala, casi se puede escuchar el susurro de la seda y el peso de las pedrerías.


Más Allá de la Alta Costura


El mYSLm es una experiencia completa. Alberga una sala de exposiciones temporales, un auditorio, una librería con volúmenes exquisitos sobre moda y cultura marroquí, y un tranquilo café, "Le Studio", que evoca la atmósfera de su taller en París.

Pero la verdadera magia ocurre cuando combinas la visita al museo con la del Jardin Majorelle, situado justo al lado.

Primero, ves las creaciones en el museo (la chaqueta color azafrán, el caftán azul profundo). Luego, cruzas la calle hacia el jardín y ves esas mismas tonalidades en la naturaleza: en las flores exóticas, en las fuentes vibrantes y, sobre todo, en las paredes pintadas de ese hipnótico "Azul Majorelle".


Es en ese momento que todo encaja.

Entiendes que el museo no es solo un archivo. Es la conclusión de una historia de amor. Yves Saint Laurent no solo vino a Marrakech; se convirtió en Marrakech. Y este museo es la prueba de que, décadas después de su muerte, su espíritu sigue vivo, paseando entre los cactus y los puestos de especias.

 
 
 

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